Saravia y Pereyra pusieron el broche de oro al festival
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Luciano Pereyra encantó a los más jóvenes y Saravia se ganó el corazón de la concurrencia con lo clásico del folclore y su estilo particular.
Luego de la presentación de Sandra Santos y La Trova, comenzó el tramo final de la última luna del Cantabolívar 2006.
Las condiciones climáticas acompañaron la realización de la fiesta popular que convocó durante las tres noches a numeroso público en el parque municipal Las Acollaradas.
Facundo, savia joven de un viejo tronco
Simpático, sencillo, parecido de algún modo a su padre, Facundo Saravia, hijo del legendario chalchalero Juan Carlos Saravia, se ganó al público local apenas pisó el escenario de Cantabolívar.
De su voz potente nacieron grandes clásicos del folclore nacional y otros nuevos, la ranchera De no sé dónde, una zamba escrita «con poca objetividad», según dijo el folclorista, ya que se trata de Una leyenda, aquella que le escribió a Los Chalchaleros en sus cincuenta años de labor artística.
Durante su presentación también cantó Chacarera de un triste; la zamba de Dávalos y Cabeza La Nochera, La zamba del grillo de Yupanqui, Entredichos y la clásica Luna Cautiva.
En el tramo final de su presentación cantó A Juan Carlos Saravia, la zamba que le dedicó a su padre y se despidió luego de un bis con la trunca Si de cantar de trata.
El público disfrutó del espectáculo y despidió aplaudiendo de pie al ex chalchalero.
En la edición de mañana se publicara un reportaje exclusivo al cantante.
Pereyra, suave y romántico
Al cierre de esta edición Luciano Pereyra ponía el broche de oro del festival con temas como Desde que tú te has ido, Los recuerdos no abrazan, Amor donde hubo fuego y otras, para deleite sobre todo de los más jóvenes y en especial de las chicas que desde que el cantante subió al escenario gritaron y aplaudieron a su ídolo.
Con su estilo meloso propuso un muy buen show que culminó con todo el público bailando y cantando. Más de quince mil personas presenciaron esta última noche de Cantabolívar.
Alejandra Córdoba
Luego de la presentación de Sandra Santos y La Trova, comenzó el tramo final de la última luna del Cantabolívar 2006.
Las condiciones climáticas acompañaron la realización de la fiesta popular que convocó durante las tres noches a numeroso público en el parque municipal Las Acollaradas.
Facundo, savia joven de un viejo tronco
Simpático, sencillo, parecido de algún modo a su padre, Facundo Saravia, hijo del legendario chalchalero Juan Carlos Saravia, se ganó al público local apenas pisó el escenario de Cantabolívar.
De su voz potente nacieron grandes clásicos del folclore nacional y otros nuevos, la ranchera De no sé dónde, una zamba escrita «con poca objetividad», según dijo el folclorista, ya que se trata de Una leyenda, aquella que le escribió a Los Chalchaleros en sus cincuenta años de labor artística.
Durante su presentación también cantó Chacarera de un triste; la zamba de Dávalos y Cabeza La Nochera, La zamba del grillo de Yupanqui, Entredichos y la clásica Luna Cautiva.
En el tramo final de su presentación cantó A Juan Carlos Saravia, la zamba que le dedicó a su padre y se despidió luego de un bis con la trunca Si de cantar de trata.
El público disfrutó del espectáculo y despidió aplaudiendo de pie al ex chalchalero.
En la edición de mañana se publicara un reportaje exclusivo al cantante.
Pereyra, suave y romántico
Al cierre de esta edición Luciano Pereyra ponía el broche de oro del festival con temas como Desde que tú te has ido, Los recuerdos no abrazan, Amor donde hubo fuego y otras, para deleite sobre todo de los más jóvenes y en especial de las chicas que desde que el cantante subió al escenario gritaron y aplaudieron a su ídolo.
Con su estilo meloso propuso un muy buen show que culminó con todo el público bailando y cantando. Más de quince mil personas presenciaron esta última noche de Cantabolívar.
Alejandra Córdoba
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